viernes, 17 de mayo de 2013

La Selva


No es huir de la ciudad, es elegir un camino silencioso. No es evitar el tráfico, es sentir la naturaleza. No es cambiar una ciudad por un nuevo paisaje. No es dormir ni descansar en otro lugar. Es recargar energía en medio del desorden más ordenado de la intensa selva del Amazonas. Viajar a Pucallpa me permite oler la humedad y el calor que, junto a la intensidad de su verdor, su lluvia y su tierra húmeda, me darán experiencias, contacto con gente y con recetas que tomaré prestadas para reconocerme en nuevos sabores.
Comienzo este viaje. Voy dispuesto a aprender. Llevo un cuaderno para apuntar nuevos sabores y recetas. Comienzo una nueva etapa para inspirarme. También busco aromas y colores. La selva tiene un sutil olor que quiero incorporar en mis platos y preparaciones. Dicen que hay raíces que aportan estímulos afrodisiacos. Me cuentan que las flores se pueden comer. Ya de esto hay mucho en la ciudad. Voy a su origen, voy a la selva misma a buscarlo.
Estoy tan contento de este viaje porque mi obsesión es la perfección y la belleza, y creo que en mi pasión por cocinar he encontrado este camino. El desorden de la selva tiene ese orden de perfección que deseo proponer.
Busco un sendero que nos lleve a un secreto que me deslumbre y me devuelva un sentido de sabores. Y los que me conocen, como mis amigos y mi familia, saben que voy por mas. Saben que allí hay ganas de reconectarme con mi vivir, porque somos más que trabajo y pasión, somos personas que gozamos y necesitamos de estos momentos para volver a nuestro centro, nos devuelve la sonrisa.
Estoy convencido que en cada sabor que deleitaré en la selva de Pucallpa, aparecerán expresiones que viven en forma generosa y que terminarán sobre un plato, sobre una receta, sobre una inspiración.
Rafael Piqueras Bertie

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